viernes, 9 de octubre de 2015



“El deporte de élite […] es propiedad de multinacionales,banqueros, empresarios…” Jacobo Rivero

 




La final de la Copa del Rey (Athletic 1 – 3 FC Barcelona) no se recordó tanto por el resultado sino por la monumental pitada al himno de los seguidores de ambos equipos. Si bien es cierto que las demandas del pueblo catalán y vasco no están siendo escuchadas tanto como la democracia puede ofrecer, ¿puede el deporte, por su repercusión mediática, servir como hilo comunicante entre la política y las demandas de las capas populares?

Puede ser, y obviamente es una gozada si por ejemplo en una dictadura la grada aprovecha el anonimato de la masa y provoca una reacción contra el palco de autoridades. En cualquier caso, el asunto da para un debate muy largo, porque no podemos ser selectivos en función de nuestra afinidad política. Creo que lo más importante es que si el deporte es democrático desde la base lo será también al nivel de la élite. Y entonces veremos que lo que no tenía sentido era el palco de autoridades y la segregación de los aficionados entre los que pagan la entrada para ver a su equipo y los que están por encima del resto. Y esta “segregación” curiosamente es igual en una dictadura o en una democracia. Las “capas populares” es un concepto que puede tener muchos significados, y ahí habría también una discusión, pero lo que sí es seguro es que los aficionados vamos a ver un partido tratando de que no haya imposiciones externas a lo que es juego. Las pitadas, dentro y fuera de una cancha, expresan sentidos de ánimo colectivo, y es bueno que los aludidos lo escuchen y analicen por qué se producen.



 

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